sábado, 6 de octubre de 2012




El día q mi María JOsé nació, en verdad nO sentí gran alegría, pOrque la decepción q sentía, parecía ser más grande q el gran acOntecimientO q representa tener una hija. YO quería un varón! A lOs dOs días de haber nacidO, fui a buscar a mis dOs mujeres, una lucía pálida y agOtada y la Otra radiante y dOrmilOna.

En pOcOs meses me deje cautivar pOr la sOnrisita de mi María JOsé y pOr la infinita inOcencia de su mirada fija y penetrante, fue entOnces cuandO empecé a amarla cOn lOcura. Su carita, su sOnrisita y su mirada nO se apartaban ni pOr un instante de mis pensamientOs, tOdO se lO quería cOmprar, la miraba en cada niñO O niña, hacia planes sObre planes, tOdO sería para mi María JOsé.

Este relatO era cOntadO a menudO pOr RandOlf, el padre de María JOsé y yO también sentía gran afectO pOr la niña q era la razón mas grande para vivir de RandOlf según decía él mismO. Una tarde, estaba mi familia y la de RandOlf haciendO un picnic a la Orilla de un ríO cerca de casa y la niña entabló una cOnversación cOn su papá, tOdOs escuchábamOs:
- Papi... cuandO cumpla quince añOs ¿Cuál será mi regalO?

- PerO mi amOr, si apenas tienes diez añitOs, ¿NO te parece q falta muchO para esa fecha?
- BuenO papitO,... tu siempre dices q el tiempO pasa vOlandO, aunque yO nunca lO he vistO pOr aquí.

La cOnversa ión se extendía y tOdOs participamOs de ella. Al caer el sOl regresamOs a nuestras casas. Una mañana me encOntré cOn RandOlf enfrente del cOlegiO dOnde estudiaba María JOsé, quien ya tenía catOrce añOs. RandOlf se veía muy cOntentO y la sOnrisa nO se apartaba de su rOstrO. COn gran OrgullO me mOstraba las calificaciOnes de María JOsé, eran nOtas impresiOnantes, ninguna bajaba de diez puntOs y lOs estímulOs q le habían escritO sus prOfesOres eran realmente cOnmOvedOres, felicité al dichOsO papá.


María JOsé Ocupaba tOda la alegría de la casa, en la mente y en el cOrazón de la familia, especialmente en el de su papá. Fue un DOmingO muy tempranO cuandO nOs dirigíamOs a misa, cuandO María JOsé trOpezó cOn algO, esO creíamOs tOdOs y diO un traspié, su papá la agarró de inmediatO para q nO cayera... Ya instaladOs en la Iglesia, vimOs cOmO María JOsé fue cayendO lentamente sObre el bancO y casi perdió el cOnOcimientO.

La tOmamOs en brazOs, mientras su papá buscaba un taxi hacia el hOspital. Allí permaneció pOr diez días y fue entOnces cuandO le infOrmarOn q su hija padecía una grave enfermedad q afectaba seriamente su cOrazón, perO nO era algO definitivO, q deberían practicarle Otras pruebas para dar un diagnósticO firme.

LOs días iban pasandO, RandOlf renunció a su trabajO para dedicarse al cuidadO de María JOsé, su madre quería hacerlO perO decidierOn q ella trabajaría, pues sus ingresOs eran superiOres a lOs de él. Una mañana RandOlf se encOntraba al ladO de su hija, cuandO ella le preguntó:

- VOy a mOrir, nO es ciertO? Te lO dijerOn lOs dOctOres?
- NO mi amOr... nO vas a mOrir, DiOs q es tan grande, nO permitiría q pierda lO q más he amadO sObre este mundO, respOndió el padre.

- Las persOnas cuandO mueren van a algún lugar? Pueden ver desde lO altO a su familia? Sabes si pueden vOlver?

- BuenO hija... en verdad nadie ha regresadO de allá a cOntar algO sObre esO perO si yO muriera, nO te dejaría sOla, estandO en el más allá buscaría la manera de cOmunicarme cOntigO, en última instancia utilizaría el vientO para venir a verte.

- Al vientO? Y cOmO lO harías?

- NO tengO la menOr idea hijita, sOlO sé q si algún día muerO, sentirás q estOy cOntigO, cuandO un suave vientO rOce tu cara y una brisa fresca bese tus mejillas.

Ese mismO día pOr la tarde, llamarOn a RandOlf, el asuntO era grave, su hija estaba muriendO. Necesitaban un cOrazón, pues el de ella nO resistiría sinO unOs quince O veinte días más.

¡UN CORAZON! ¿Dónde hallar un cOrazón? ¿LO venderían en la farmacia acasO, en el supermercadO O en una de esas grandes tiendas q prOpagan pOr radiO y televisión? ¡Un cOrazón! ¿Dónde DiOs míO?
Ese mismO mes, María JOsé cumpliría sus quince añOs. Y fue el viernes pOr la tarde cuandO cOnsiguierOn un dOnante, una esperanza iluminó lOs OjOs de tOdOs, las cOsas iban a cambiar. El DOmingO pOr la tarde ya María JOsé estaba Operada, tOdO salió cOmO lOs médicOs lO habían planeadO.

¡ÉxitO tOtal! Sin embargO, RandOlf tOdavía nO había vueltO pOr el hOspital y María JOsé lO extrañaba muchísimO, su mamá le decía q ya tOdO estaba muy bien y q su papitO sería el q trabajaría para sOstener la familia.

María JOsé permaneció en el hOspital pOr quince días q más, lOs médicOs nO habían queridO dejarla ir hasta q su cOrazón estuviera firme y fuerte y así lO hicierOn. Al llegar a casa tOdOs se sentarOn en un enOrme sOfá y su mamá cOn lOs OjOs llenOs de lagrimas le entregO una carta de su padre:


"María JOsé, hijita de mi cOrazón: Al mOmentO de leer mi carta, ya debes tener quince añOs y un cOrazón fuerte latiendO en tu pechO, esa fue la prOmesa q me hicierOn lOs médicOs q te OperarOn. NO puedes imaginarte ni remOtamente cuantO lamentO nO estar a tu ladO en este instante.

CuandO supe q ibas a mOrir, decidí dar respuesta a una pregunta q me hiciste cuandO tenias diez añitOs y a la cual nO respOndí. Decidí hacerte el regalO más hermOsO q nadie jamás haría pOr ti hija mía... Te regalO mi vida entera sin cOndición alguna, para q hagas cOn ella lO q quieras. ¡¡Vive hija!! ¡¡Te amO cOn tOdO mi cOrazón!!"

María JOsé llOró tOdO el día y tOda la nOche. Al día siguiente fue al cementeriO y se sentó sObre la tumba de su papá; llOró cOmO nadie lO ha hechO y susurró: "Papi... ahOra puedO cOmprender cuantO me amabas, yO también te amaba y aunque nunca te lO dije, ahOra cOmprendO la impOrtancia de decir "Te AmO" y te pediría perdón pOr haber guardadO silenciO tantas veces".




En ese instante las cOpas de lOs árbOles se mecierOn suavemente, cayerOn algunas hOjas y flOrecillas, y una suave brisa rOzó las mejillas de María JOsé, alzó la mirada al cielO, intentO secar las lágrimas de su rOstrO, se levantó y emprendió regresO a su hOgar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario