lunes, 3 de noviembre de 2014

El árbol de las manzanas

El niño amaba al árbol y el árbol amaba al niño. Pasó el tiempo y el pequeño niño creció y el nunca más volvió a jugar alrededor del enorme árbol.

Un día el muchacho regresó al árbol y escuchó que el árbol le dijo triste: "¿Vienes a jugar conmigo?". Pero el muchacho contestó: "Ya no soy el niño de antes que jugaba alrededor de enormes árboles. Lo que ahora quiero son juguetes y necesito dinero para comprarlos". "Lo siento, dijo el árbol, pero no tengo dinero... pero puedes tomar todas mis manzanas y venderlas. Así obtendrás el dinero para tus juguetes". El muchacho se sintió muy feliz. Tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero y el árbol volvió a ser feliz.

Pero el muchacho nunca volvió después de obtener el dinero y el árbol volvió a estar triste. Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se puso feliz y le preguntó: "¿Vienes a jugar conmigo?". "No tengo tiempo para jugar. Debo trabajar para mi familia. Necesito una casa para compartir con mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?". "Lo siento, no tengo una casa, pero... puedes cortar mis ramas y construir tu casa". El joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo feliz nuevamente al árbol, pero el joven nunca más volvió desde esa vez y el árbol volvió a estar triste y solitario.

Cierto día de un cálido verano, el hombre regresó y el árbol estaba encantado. "Vienes a jugar conmigo?", le preguntó el árbol. El hombre contestó: "Estoy triste y volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar. ¿Puedes darme uno?". El árbol contestó: "Usa mi tronco para que puedas construir uno y así puedas navegar y ser feliz". El hombre cortó el tronco y construyó su bote. Luego se fue a navegar por un largo tiempo.

Finalmente regresó después de muchos años y el árbol le dijo: "Lo siento mucho, pero ya no tenga nada que darte, ni siquiera manzanas". El hombre replicó: "No tengo dientes para morder, ni fuerza para escalar... ahora ya estoy viejo. Yo no necesito mucho ahora, solo un lugar para descansar. Estoy tan cansado después de tantos años...". Entonces el árbol, con lágrimas en sus ojos, le dijo: "Realmente no puedo darte nada... lo único que me queda son mis raíces muertas, pero las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven, siéntate conmigo y descansa". El hombre se sentó junto al árbol y éste, feliz y contento, sonrió con lágrimas.

Esta puede ser la historia de cada uno de nosotros. El árbol son nuestros padres. Cuando somos niños, los amamos y jugamos con papá y mamá... Cuando crecemos los dejamos... Sólo regresamos a ellos cuando los necesitamos o estamos en problemas... No importa lo que sea, ellos siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. Parece que el muchacho es cruel contra el árbol... pero es así como nosotros tratamos a veces a nuestros padres.


Valoremos a nuestros padres mientras los tengamos a nuestro lado.

Basta un segundo


Le vamos a contar una historia real que le podrá leer a sus hijos o nietos. Quizá así podrá evitar que un día tengan un desafortunado accidente. Esta historia nos recordará también a nosotros, los adultos, lo preciosa y frágil que es la vida. 

«Ahí estoy, flotando en el agua, boca abajo, incapaz de girar la cabeza para respirar. Siento cómo me lleva la corriente suavemente y no me puedo dar la vuelta para gritar. Las piernas no me responden. Intento nadar, pero mis brazos están inmóviles. Espero que mi padre se dé cuenta de que algo va mal. Está a tan sólo unos metros. Pero no se entera de nada. Cuando yo era pequeño, solía jugar a hacerme el muerto en el agua para asustar a los demás. 

Con un esfuerzo sobrehumano, consigo por fin girar levemente la cara. Mis labios salen del agua durante una fracción de segundo, lo suficiente para que mi padre me haya oído murmurar "¡Socorro!". 

Éste fue mi primer golpe de suerte tras haberme roto el cuello ante unas treinta personas. Me había pasado la tarde saltando al río desde las rocas, cada vez con más valentía, más fascinación, a menudo solo y libre. Tenía 26 años. Nunca había tenido un accidente. Ese año el río estaba especialmente caudaloso por el deshielo. Se habían formado piscinas profundas, cavadas en el granito, cada una con su misterio, que las hacía extrañamente atractivas. A estos hoyos de agua los llamábamos marmitas. Sin embargo, igual que los accidentes de coche se suelen tener cerca de casa, yo fallé el salto en el lugar que mejor conocía, al lado de donde mi familia y amigos estaban de picnic. 

Mi padre se tiró al agua y me sacó la cabeza a flote. Con la ayuda de un amigo, me sacaron del río y me pusieron de pie. Es un milagro, pensaba, puedo tenerme en pie. Pero no conseguía mover los brazos. Pensaba que se me habían roto. No me dolía el cuello. No tenía ni idea de lo que me había pasado y pensaba volver a casa para descansar un rato y recuperarme. 

Afortunadamente, me encontraba con personas más sensatas. Una llamó a la ambulancia y otra, que tenía un diploma de socorrista, me tumbó en el suelo y me dijo que seguramente tenía un traumatismo neurológico. Llegó la ambulancia y me llevó en 45 minutos al hospital del valle. Me hicieron una radiografía de las manos, que las tenía destrozadas y, por si acaso, del cuello. Las imágenes revelaron que en las manos no me había hecho absolutamente nada. En cambio, la quinta vértebra cervical había estallado, comprimiendo la médula espinal, lo que provocó una hemorragia. 

Un neurólogo me explicó más tarde que tenía el canal raquídeo más ancho que la media, lo cual dejaba aún espacio a la médula espinal a pesar del accidente. Las raíces nerviosas que salen de esta vértebra son las que controlan las manos, y por eso me daba la impresión de tener los brazos rotos y no podía moverlos.

El médico decidió darme cortisona por vía intravenosa para disminuir la inflamación y minimizar los daños en la médula espinal. A continuación, me dio a elegir entre sustituir mediante cirugía la vértebra aplastada por un disco de titanio, o colocar un collarín fijado a los hombros para inmovilizar la cabeza durante tres meses, el tiempo que tarda el hueso en curarse. 

Escogí la opción del collarín para evitar los riesgos de la cirugía. Fueron tres meses muy duros. Me pasaba las 24 horas del día con un aro de fibra de carbono fijado a la cabeza, sujeto por cuatro barras rígidas atadas a la chaqueta. No podía dormir boca arriba ni ducharme. 

Pronto me pude volver a levantar. Mi siguiente triunfo fue poder ir solo al baño. Con mucho cuidado, logré volver a andar. Podía saludar y conseguí firmar documentos con una caligrafía digna de un alumno de párvulos. Me atiborraban de analgésicos que me sumían todo el día en un plácido duermevela. Por la noche, perdía la lucidez y me encontraba con el río, otro río aún más fantástico. Iba a bañarme, pero era incapaz de salir a la superficie. Descubrí que podía respirar bajo el agua. Tras varias semanas, los médicos me mandaron a casa y empezó la espera. 

Al cabo de tres meses me quitaron el collarín, que me dejó unas cicatrices muy profundas y el cuello atrofiado.

Han pasado tres años ya y aún no he podido recuperar los músculos ni la amplitud de movimientos. Sé que voy a tener que convivir con un “talón de Aquiles” en alguna parte de la mandíbula. 

El dolor fantasma que invadía mis manos ha ido desapareciendo lentamente, al igual que lo hicieron los botes de analgésicos. Si estoy mucho tiempo boca arriba, los dedos se me vuelven a paralizar. 

Pero estoy feliz. Casi me quedo parapléjico, tetrapléjico o me muero ahogado. ¡Tuve mucha suerte! Si usted tiene un cuerpo que funciona y no le duele, recuerde que basta un segundo para destruir esta maravilla para siempre». 

Ésta es la verdadera historia de lo que le ocurrió a un joven americano, Wesley Dodson(1)

Le agradecemos que la haya querido compartir. Y esperamos que nos haga a todos un poco más prudentes. 



Fuente:
1.- La historia en versión original se encuentra publicada en ScienceBlogs "The Time I Broke My Neck". 

jueves, 7 de agosto de 2014

Cinco razones para dejar de comer Pan blanco

El pan, «fruto de la tierra y del trabajo del hombre», es el alimento básico de nuestra civilización. Pero ha llegado el momento de dejar de consumir pan blanco. Ahora verá por qué.

Demasiado mezclado

El trigo ya no puede considerarse un alimento sano. Aunque sea ecológico o integral, el trigo moderno es demasiado híbrido. Contiene una elevada cantidad de glutamina, una proteína que tiende a irritar las paredes intestinales, y muchos menos minerales y vitaminas que hace cientos de años.

Es una verdadera lástima, porque el trigo era realmente un alimento adecuado y hoy en día se utiliza en multitud de harinas y alimentos, en especial como espesante.

Demasiado pobre en fibra, vitaminas y minerales

En el pan blanco, la mejor parte de la harina se ha retirado para dársela a los cerdos y a otros animales de granja. El trigo integral no es bueno para la salud, pero al menos contiene fibra, vitaminas y minerales. Para elaborar pan blanco, por el contrario, se retiran del trigo el germen y el salvado. 

El resultado es un producto casi sin fibra y sin apenas vitaminas ni minerales, un producto que en el fondo no es más que almidón; sencillamente calorías sin nutrientes esenciales. 

Lo mismo ocurre con los cereales para el desayuno. Cuando compre cereales no se deje impresionar por las etiquetas que indican que han sido “enriquecidos” con vitaminas. La razón por la que a veces se "enriquecen" los cereales es precisamente porque los científicos se dieron cuenta en 1945 de hasta qué punto eran pobres en nutrientes. Vamos, que la caja de cartón de los cereales contiene casi tantos micronutrientes como los propios cereales, si no más. 

Los fabricantes añadieron entonces 3 ó 4 vitaminas y un poco de hierro. Pero esto es como si alguien le robase 10.000 euros de su cuenta del banco y luego decidiese "enriquecerle" dándole un par de euros.

Demasiado salado

El pan blanco moderno está demasiado salado. Contiene de media 19 g de sal por kilo de pan. Una barra (250 gramos) contiene 4,7 g de sal, lo que supone casi la cantidad máxima diaria que recomienda ingerir la OMS (5 g/día/persona). Según datos recogidos por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), en España la principal fuente dietética de sodio en la población adulta es precisamente el pan. 

Aunque no se añada sal en su fabricación, el pan sin sal contiene sin embargo de 0,2 a 2,2 g de cloruro de sodio por kilo.

Demasiado dulce

El pan blanco no es un azúcar lento, más bien es un azúcar de combustión rápida con un índice glucémico elevado, que provoca un gran desgaste de insulina y reacciones de hipoglucemia.

El índice glucémico indica el efecto de los alimentos en la glucemia (nivel de glucosa en sangre) durante las dos horas siguientes a su ingesta.

El índice 100 de glucemia (el máximo) corresponde a la glucosa pura y... ¡al pan blanco!, que no es más que almidón, como ya ha visto, y el almidón a su vez no es más que una cadena de moléculas de glucosa.

Esto quiere decir que consumir pan blanco es peor que comer terrones de azúcar: hace que aumenten escandalosamente los niveles de azúcar en la sangre, lo que afecta al páncreas y provoca un pico de insulina, con el consiguiente riesgo de desarrollar en un futuro resistencia a la insulina, diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares.

Demasiado gluten

El trigo moderno, resultado de procesos híbridos, se ha seleccionado por su riqueza en gluten. El gluten es una mezcla de proteínas. Cuanto más gluten haya en la harina, más fermenta el pan y se vuelve más elástico y esponjoso. El pan parece más apetitoso, más hinchado y, por tanto, se vende mejor.

El problema es que el sistema digestivo de muchas personas no tolera las cantidades de gluten que presenta el pan moderno. La intolerancia al gluten provoca cansancio, dolores abdominales, diarrea, reflujo gastroesofágico, problemas articulares, eccemas e incluso trastornos neurológicos.

¿A qué esperamos para rebelarnos?

El filósofo, escritor y cineasta francés Guy Debord (muy vinculado a España y a la cultura española, por cierto) fue muy gráfico al explicar su sorpresa ante la indiferencia con la que las panaderías francesas sustituyeron el auténtico pan por una imitación y ello no hubiera provocado una nueva Revolución Francesa: «Durante el periodo que precede a la Revolución de 1789, nos acordamos de la multitud de motines populares que se desencadenaron como consecuencia de moderados intentos de falsificar el pan. (...) Cuando vimos, hace ya diez años, que el pan desaparecía en Francia, casi siempre sustituido por un pseudopán (harinas no panificables, levaduras químicas y hornos eléctricos), no sólo esta situación traumática no despertó ningún movimiento de protesta y de defensa (…), sino que literalmente nadie habló de ello». (1)

Conclusión

Si no hay posibilidad de hacerse con verdadero pan, le aseguro que comer sardinas, ensaladas, huevos fritos y jamón sin pan sienta muy bien. 

Si está acostumbrado a consumirlo, incluso se sentirá sorprendentemente más ligero y con más energía después de una comida sin pan.

¡A su salud!


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Publicidad

Uno de los problemas más graves de la medicina convencional es que los médicos tienden a NO prescribir a sus pacientes tratamientos naturales. Por falta de tiempo, de formación y también por intereses económicos, privan a sus pacientes de soluciones naturales, pese a que éstas ofrecen grandes esperanzas frente a los dolores y las enfermedades.

Hoy en día se sabe que la medicina natural funciona allí donde la medicina convencional ha fracasado, sin provocar efectos secundarios y además por un coste muy bajo. Puede ampliar la información en este vídeo.

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Fuentes:Guy Debord, Encyclopédie des nuisances, tomo I, fascículo 5, 1985.
Internet

miércoles, 19 de marzo de 2014

Cual es el Problema que no nos Deja Vender: La Obstinación En Las Ventas No Nos Dejan Vender

"Por paradójico que parezca, mientras más empecinado esté el directivo en las ventas, menos logrará que éstas se den de manera sustentable..." ABA

 
 Una de las expresiones más clásicas de los empresarios es: “Q
uiero resultados”; hasta aquí, pareciera que vamos por buen camino, pues ¿Quién está peleado con los resultados? 

El problema se presenta, cuando le preguntamos a estos dirigentes: ¿Cuáles resultados? La gran mayoría, no pasa el primer filtro, pues responden de inmediato: ¡Las ventas!; si continuamos con esta “prueba de fuego”, y preguntamos: ¿y qué más?, una minoría responderá: ¡la liquidez¡… después, nada de nada…balbuceos…preguntas…adivinanzas…

Ubicar a las ventas como único resultado, es la forma más primitiva de conducir una empresa; desde luego éstas son muy importantes, en realidad son la “bomba” que hacen que se mueva el sistema circulatorio de la firma, pero no son lo único; no pueden ser la meta del negocio. También existen: las utilidades, la rentabilidad de activos, la rentabilidad del capital, la solvencia, el crecimiento del capital, el crecimiento de la riqueza de los dueños del negocio, etc. 



En nuestro punto de vista, la meta del negocio, se da en esta secuencia: Activos – ventas – utilidades – rentabilidad – maximización de la riqueza de los socios, sin embargo, este asunto puede ser tema de otra reflexión; en esta ocasión, quiero profundizar sobre las ventas en sí mismas.


¿Las ventas fin o medio?


Frecuentemente se nos olvida que las ventas no son causa de nada; las ventas son un efecto. Un efecto que tiene dos causas: una eficiente (inmediata) los procesos y otra final (de fondo) la gente que trabaja en la empresa.
Si queremos mejorar las ventas de manera sustentable, tenemos, entonces, que trabajar con los procesos y con los directivos y operarios de la empresa. Cuando un potencial clientes se acerca a nuestro Bufete de Consultoría a que le ayudemos a mejorar sus ventas en el corto plazo, le decimos de inmediato que no, explicándole que nosotros no sabemos cómo mejorar las ventas de manera sustentable sin trabajar con la gente y los procesos. 

La fijación de las ventas 

 El comportamiento clásico de un dirigente que no ha profundizado mucho sobre lo que debe hacerse para mantener ventas sustentables es más o menos este:
· Si hace reuniones, él habla más del 80% del tiempo y el tema de las ventas se lleva el 90% del espacio de la reunión.
· Los únicos gastos que justifica son los que tienen que ver directa o indirectamente con las ventas.
· Les da a los vendedores un trato especial: solo a ellos les paga comisiones, sin darse cuenta que frecuentemente los demás colaboradores sabotean las entregas o la facturación, para vengarse de los que venden.
· Al único resultado que le entiende es al de las ventas.
· Nunca reflexiona sobre las causas de las buenas o las malas ventas.
· No hay aprendizaje, pues se vive la carrera de ratas, donde se toma el resultado de la venta y ya.
Estos directivos repiten cada día, cada mes, cada año, los mismos problemas; si alguien visitó este tipo de empresa el año pasado, puede volver a hacerlo dentro de dos más y le aseguro que se va a encontrar con los mismos problemas.

¿Qué hacer?

Para salir de esta espiral perversa, se pueden tomar estas acciones.
1.- Aprender los resultados financieros más importantes que se desprenden de las ventas: utilidades, margen, rentabilidad, solvencia, crecimiento de la riqueza, etc.
2.- Aprender que ubicarse solo en las ventas es un tema de emprendedores, no de empresarios.
3.- Ubicar a las ventas y los resultados como un efecto y no como una causa; las ventas y los buenos resultados financieros son un efecto de contar con gente buena y preparada y con procesos efectivos, eficaces y eficientes.
4. Asimilar que, quien quiera dirigir una empresa de manera sustentable, debe estar pendiente no solo de los resultados, sino de los procesos y la gente que genera esos resultados.
5.- Finalmente, entender que estar en los negocios y no saber de finanzas básicas, no es un problema: es una tragedia.
               

martes, 21 de enero de 2014

Recordemos algunos Consejos que se estan Olvidado en la Familia


Vivimos en una sociedad cambiante, donde pareciera que los valores son cosa del pasado y donde el núcleo familiar no solamente puede ser frágil, sino ser considerado como una estructura obsoleta. Pero no es así: la familia sigue siendo la base de nuestra sociedad, es ahí donde nos formamos y donde se da nuestro mayor crecimiento como individuos y seres humanos. 

A continuación, algunos consejos para ayudarte a fortalecer el vínculo familiar.

 Saber escuchar
Antes que dar órdenes o instrucciones, es bien importante que sepas escuchar. Si se trata de un niño pequeño, inclínate o colócate a su altura con su rostro dirigido hacia el tuyo. Es crucial que con cualquier miembro de tu familia se miren a los ojos, asientas de manera verbal o corporal (inclinando la cabeza, por ejemplo) y parafrasees lo que te han dicho para indicarle que has entendido lo que te ha comunicado. Cuando se da una adecuada comunicación entre los miembros de la familia, hay un mejor entendimiento y más se fortalece.

 Saber cuándo hablar
Una tendencia común es expresar nuestra opinión. Desafortunadamente muchas veces lo hacemos de forma precipitada y nos adelantamos, erróneamente, a lo que otro miembro de la familiaquiere decir. Incluso podemos tergiversar su opinión. Esto es especialmente delicado para aquellos que son tímidos o para quienes tienen un carácter explosivo. ¿La solución? Aprender a ser pacientes y también a saber escuchar para así pensar un momento en la respuesta que daremos e incluso, en qué momento intervenir en la conversación, evitando disputas y distanciamientos.

La importancia de establecer límites
No se trata de establecer un régimen militar ni tampoco de ser especialmente rígido. Simplemente se trata de fijar reglas dentro de la familia en donde siempre permee el respeto mutuo y el bien de todos sus miembros. Los límites se establecen a muy corta edad; si tu bebé se acerca a una superficie caliente, lo detienes y le explicas que puede lastimarlo. Algo similar se hace con los niños y adolescentes: todo acto tiene una consecuencia. El poner límites razonables a tus hijos es una prueba de tu amor hacia ellos y el vivir bajo reglas les da seguridad.


 El don de la paciencia
Pocas personas pueden presumir que son pacientes como parte de su carácter. La paciencia más bien hay que adquirirla y cultivarla con los años. A tu hijo, sobre todo si es pequeño, puede resultarle muy difícil ser paciente, así que la mejor manera de que lo sea es mostrándole con tus actos que tú puedes serlo. Cuando vemos que nuestros padres pueden ser pacientes aún en situaciones difíciles, no solo los admiramos, sino que nos dan confianza y más unidos queremos estar a ellos.



Actividades familiares
Es difícil mantener unida a una familia que no comparte intereses. Es importante que a tu hijo lo involucres desde temprana edad con las cosas que te gustan o apasionan. No esperes que se entusiasme igual que tú de buenas a primeras, sino que tengas la paciencia de enseñarle por qué es interesante eso que te gusta, sin imponérselo. En caso de que no llegara a compartir tus aficiones, indaga qué le gusta o realicen en familia actividades que involucren a todos, desde cocinar hasta juegos de mesa o deportes en equipo.

Saber dar espacio
Si bien es vital el compartir aficiones o actividades, también hay que respetar el espacio e individualidad de cada miembro de tu familia. Aunque esto se acentúa en la adolescencia, dale su propio espacio a tu hijo desde que es pequeño, esto es, si está en un ambiente seguro donde no puede lastimarse, no lo agobies minuto a minuto indagando qué hace. Es importante el que cada quien pueda estar a solas al menos unos minutos al día, ya que así se aprende a disfrutar de uno mismo y a la vez, se valora cuando se está en familia.

Lo permitido y lo no permitido
Es cierto que va de la mano con los límites, pero también con los límites hacia uno mismo. Esto significa que debes enseñar a tus hijos cómo aprender a cuidarse a sí mismos y no causar ni causarse daño. Esto sirve como prevención tanto de adicciones como de relaciones abusivas e incluso, de causar daño a terceros (personas o animales). También incumplir con tareas escolares, obligaciones hogareñas o reglas establecidas (horario de llegada, por ejemplo). Cuando esto ocurre hay un desequilibrio familiar donde, a la larga, todos pueden resultar afectados.

Aceptar a los otros
Cada persona es única e irrepetible, así que tus hijos no tienen por qué ser una copia fiel de ti o de tu pareja. Es importante entonces que sepas aceptarlos aunque no compartan tus aficiones o no hagan las cosas de cierta manera o que no destaquen (en deportes, escuela o actividades varias) como tú quisieras. Por el contrario, los hijos suelen aceptarnos sin reservas, así que cuando tú los aceptas y los apoyas, todos son más felices.


Admitiendo errores
La mejor forma en que puedes enseñar a tus hijos a perdonar o a ofrecer disculpas, es haciéndolo tú. No temas en mostrarte débil o "tonto" por admitir un error, sino que así les das una lección de humildad a la vez que les das valía al aceptar, por ejemplo, que ellos tenían la razón. Por otra parte, cuando tus hijos notan que eres capaz de equivocarte y no eres perfecto, les das no solo un respiro, sino seguridad y confianza en sí mismos y a la vez, se sienten más ligados a ti.


En las buenas y en las malas
Nada más valioso que saberse amado y respaldado por la familia. Si bien habrá momentos o épocas en que algún miembro desee aislarse o buscar lacompañía de otros, es maravilloso el saber que cuando surge un problema, a quien recurres es a los tuyos, a tu familia. Esto se logra con la confianza, saber perdonar y aceptar un error, conocer que hay límites y reglas, y también el saberse escuchado, respetado y apoyado. Igualmente es importante cuando recurres a tu familia cuando algo bueno y trascendente te sucede porque nadie más puede entender y apreciar tu triunfo.

lunes, 20 de enero de 2014

Consejos para hablar sobre sexo a nuestros hijos


¿cómo empiezo? ¿Qué le digo?  ¿Lo entenderá?  ¿Es muy pequeño para hablarle del tema?

Aquí, algunos puntos a tocar.  Muchas interrogantes pasan por la cabeza de los padres cuando planean hablar sobre sexo a sus hijos. No saben cómo empezar, qué decir, o si ellos son muy pequeños para entender. Lo importante es saber cuanto se conoce sobre el tema e identificar si se tiene algún tabú o prejuicio y además, tomar en cuenta la edad que tiene el menor ya que no es lo mismo tener una conversación con una persona de 5 años, que de 15. La información tiene que ser dada progresivamente. Es muy importante dejar los miedos sobre los temas y antes de empezar, es mejor hacer un sondeo para preguntarles directamente qué saben ellos sobre el tema y qué dudas tienen. Es preciso responder siempre todas sus interrogantes. Según la licenciada Janet Oliveros, es importante hablar de una manera cercana y horizontar sin sentir verguenza por compartir una experiencia que les pueda ayudar a aclarar sus ideas.

¿Cómo hablar de sexo con sus hijos en pocas palabras?

Es mejor comenzar a hablar con nuestros hijos sobre la sexualidad en los primeros años de su niñez, si bien nunca es demasiado tarde para empezar.
Intente ser abierto y accesible cuando su hijo quiera hablar con usted.
Comience la conversación con "momentos útiles para la enseñanza".
No permita que el temor se interponga en la conversación con su hijo.

Nuestro deseo es que nuestros hijos vivan una vida saludable y gratificante. Por eso sabemos que enseñarles sobre el sexo es muy importante. Pero para muchos de nosotros es muy difícil hablar sobre el sexo, especialmente con nuestros hijos.

A continuación encontrará algunas de las preguntas frecuentes que los padres hacen para saber cuál es la mejor manera de hablar sobre sexo y sexualidad con sus hijos. Esperamos que las respuestas le ayuden cuando llegue el momento de hablar con su hijo.



¿Por qué los niños necesitan saber sobre el sexo y la sexualidad?

Comprender la sexualidad ayuda a los niños a enfrentar sus sentimientos y la presión del grupo de "iguales". Los ayuda a asumir el control de sus vidas y a tener relaciones afectuosas. También los ayuda a protegerse contra el abuso sexual, y evita que se conviertan en abusadores sexuales.

El hogar puede ser el lugar más valioso para aprender sobre la sexualidad. Podemos ayudar a nuestros hijos a que se sientan bien con su sexualidad desde un comienzo. Luego, es muy probable que confíen lo suficiente en nosotros como para hacernos preguntas sobre el sexo en un futuro.

Los jóvenes son menos propensos a correr riesgos sexuales si tienen:
Una visión positiva sobre la sexualidad
Información necesaria para cuidar su salud sexual
Claridad acerca de sus propios valores y comprensión de los valores de sus familias
Autoestima y confianza en sí mismos
Habilidades en el trato con otras personas, como seguridad en sí mismos y capacidad para tomar decisiones
Una percepción de que sus acciones tienen consecuencias
Un vínculo con las personas adultas de su hogar, entorno familiar y otros adultos que se preocupan por ellos dentro de la comunidad, la escuela o la institución religiosa.


¿Cuándo es el mejor momento para empezar a hablar sobre sexo y sexualidad con mi hijo?

El mejor momento es empezar apenas nuestros hijos comiencen a recibir mensajes sobre la sexualidad. Y ellos comienzan a recibirlos desde el momento en que nacen. Los niños aprenden a pensar y a sentir acerca de su cuerpo y su comportamiento sexual a partir de aquello que nosotros hacemos y decimos: por la manera en que los sostenemos, que les hablamos, que los vestimos, que les enseñamos las palabras para hablar sobre sus partes del cuerpo, la manera en que les transmitimos la información sobre su comportamiento y la manera en que nos comportamos delante de ellos.

Pero no se preocupe si todavía no empezó. Nunca es demasiado tarde. Simplemente no intente "ponerse al día" la primera vez. Lo más importante es ser abierto y accesible en cualquier momento en que su hijo desee hablar con usted.


¿Cómo puedo iniciar una conversación sobre sexo y sexualidad?

Algunos padres esperan ansiosos el momento de hablar con sus hijos acerca de las maravillas de la reproducción humana y la sexualidad humana. Sin embargo, a muchos les resulta difícil hablar acerca de temas importantes, como las relaciones y el sexo y la sexualidad. La buena noticia es que, si prestamos atención, podemos encontrar momentos cotidianos en nuestras vidas que pueden servir para iniciar conversaciones sobre estos temas:

  • Nuestro programa de televisión favorito puede presentar a un personaje que esté atravesando la pubertad.
  • Nuestra vecina o amiga puede estar embarazada.
  • Los modelos en publicidades impresas o carteleras pueden hacernos pensar sobre nuestro propio cuerpo e imagen corporaly cuestionarnos sobre ello.

Algunos padres los llaman “momentos útiles para la enseñanza”. Dedique un tiempo a tratar de reconocer los momentos útiles para la enseñanza que le proporcionan oportunidades para hablar de sexo y sexualidad con su hijo. Dedique una semana aproximadamente para advertir de qué manera los temas que desea comentar surgen en la vida cotidiana familiar. Piense qué podría preguntarle a su hijo sobre esos temas para continuar con la conversación. Y piense sobre sus propias opiniones y valores respecto de estos temas y de qué manera puede expresarlos con claridad para que su hijo los comprenda.

Una vez que pensó sobre qué quiere decir sobre un tema, use el siguiente momento útil para la enseñanza que surja. Las primeras veces que lo haga, sus hijos podrían ser cautelosos y preguntarle: “¿Por qué quieres saber?”. O posiblemente busquen una respuesta que a usted le agrade. Podría llevarle varios intentos antes de que puedan hablar y sentirse cómodos juntos. Las siguientes sugerencias pueden ayudarlo a usted y a su hijo a aprender a hablar entre ustedes con más facilidad.


Algunas frases para comenzar una conversación 
Algunas veces, hacerle una pregunta a su hijo es una excelente manera de iniciar una conversación. A continuación encontrará algunas preguntas que podría hacerle:
NIÑOS PEQUEÑOS
  • ¿Conoces el nombre de todas las partes de tu cuerpo?
  • ¿Sabes por qué las niñas se ven distintas a los niños?
  • Tu tía está embarazada. ¿Sabes qué significa esto?
PREADOLESCENTES
  • Las personas cambian mucho durante la pubertad. ¿Qué has escuchado sobre los cambios en la pubertad? ¿Cómo te sientes al entrar a la pubertad?
  • ¿A qué edad crees que una persona tiene que empezar a tener citas? ¿Hay alguno de tus amigos que haya empezado a tener citas?
  • ¿Crees que las mujeres y los varones son tratados en forma diferente? (En caso de que respondan "sí"…) ¿De qué manera?
ADOLESCENTES
  • ¿Cómo has cambiado en los últimos dos años? ¿Qué te gusta y qué te disgusta acerca de estos cambios?
  • ¿A qué edad crees que una persona está lista para tener relaciones sexuales? ¿Cómo debería decidir una persona?
  • ¿A qué edad crees que una persona está lista para ser padre?


¿Qué debo hacer si no me siento cómodo al hablar de sexo con mis hijos?

No permita que el miedo se interponga en el camino. Ser abierto y accesible para tratar temas como el sexo y la sexualidad puede ser todo un desafío. Algunos de los temores más comunes que muchos padres tienen son los siguientes:
  • Sentirse ridículo. A muchos de nosotros no nos enseñaron sobre el sexo y la sexualidad; sin embargo, creemos que debemos conocer todas las respuestas. Pero si nuestros hijos nos preguntan sobre algo que no sepamos, simplemente podemos responder: “No lo sé. Averigüémoslo juntos”.
  • Sentir vergüenza. Es muy común que los padres o los niños sientan vergüenza cuando hablan sobre el sexo y la sexualidad. La mejor manera de manejar esto es admitir cómo nos sentimos, podríamos simplemente decir: “Es posible que esté un poco tenso o un poco incómodo durante esta conversación, y quizás sientas lo mismo. Esto es totalmente normal que nos ocurra”.
  • Alentar la experimentación sexual. Es un mito que la información sobre sexo es perjudicial para los niños y que los conducirá a la experimentación sexual. La realidad es que nuestros hijos no estarán más predispuestos a tener relaciones sexuales si hablamos sobre este tema. De hecho, los niños que hablan con sus padres sobre el sexo son más propensos a posponer sus relaciones sexuales que el resto.
  • Sentir como si la conversación no significara nada. Los niños buscan a sus padres para que les enseñen acera de la sexualidad. La mayoría de los jóvenes prefieren escucharlo de sus padres y no de otras personas. De hecho, los adolescentes jóvenes ubican a sus padres en la parte más alta de su lista de influencias en lo que se refiere a actitudes y comportamientos sexuales.


¿Qué debo decirles a mis hijos y cuándo?

Los niños tienen diferentes dudas sobre el sexo según la edad que tengan. También su capacidad para comprender los conceptos es distinta, como ocurre con la capacidad de concentración. Si su hijo de cinco años le pregunta: “¿Qué significa dar a luz?”, es posible que su respuesta sea: “Cuando un bebé sale de la barriga de la mamá”. Si su hijo de 10 años le hace la misma pregunta, su repuesta será más detallada y probablemente comience diciendo: “Después de que un bebé crece durante nueve meses en el útero de la mujer…”.
Los preadolescentes y los adolescentes frecuentemente pasan mucho tiempo preguntándose si son “normales”. Podemos ayudarlos a comprender que es "normal" que las personas sean diferentes. De hecho, la lección más importante que podemos enseñarles a nuestros hijos es simplemente esa: que ser diferentes es normal.

Cuando los padres se preguntan cuántos detalles deben darles a sus hijos, deben tener en cuenta el nivel de comprensión de su hijo. Leer acerca de lo que los niños necesitan saber según su edad puede ayudarlo a decidir lo que es adecuado para la edad de su hijo. Leersugerencias para hablar con sus hijos sobre la sexualidad y cómo responder a sus preguntas también puede resultar muy útil.
Hay algo que sí es cierto: si un niño es lo suficientemente grande y tiene suficiente conocimiento como para hacer una pregunta, entonces ese niño es lo suficientemente grande como para recibir una respuesta sincera. Los niños con retrasos en el desarrollo y discapacidades también merecen respuestas sinceras en palabras que ellos puedan comprender.
Hable con sus hijos sobre sus creencias y por qué las sigue. Comparta sus valores con ellos. Muchos estudios muestran que los adolescentes se ven afectados por los valores de los padres.  Cuando sus padres comparten sentimientos positivos sobre los métodos anticonceptivos, los adolescentes están más predispuestos a usar métodos anticonceptivos al tener relaciones sexuales. Cuando los padres tienen sentimientos negativos sobre el embarazo adolescente, las adolescentes están menos predispuestas a dar a luz.
Tómese su tiempo para comprender sus propios valores, sentimientos y creencias. Encuentre a un amigo que lo escuche y lo ayude a aclarar sus pensamientos y sentimientos. Nunca pretenda que sus valores son hechos reales, por ejemplo, decir “No se puede confiar en los hombres al momento de tener una cita” no es un hecho real sino un juicio de valor. Sus hijos comprenderán esto y dejarán de escuchar sus valores y de confiar en la información que les dé.
Recuerde que sus hijos aprenden a través de la observación, de manera que la forma en que usted se expresa por medio de sus gestos es tan importante como lo que dice. Por ejemplo, mostrar cariño con un abrazo o un beso les demuestra que usted es una persona abierta y que valora la estrecha relación que comparten.
Intente no hablar sólo de los aspectos potencialmente negativos de la sexualidad, como por ejemplo de las infecciones de transmisión sexual. Hable también de los aspectos positivos como la intimidad, el respeto mutuo, el placer sexual y también los beneficios que el sexo ofrece a la salud. Por ejemplo, puede hablar sobre la emoción de enamorarse de su pareja.


¿Dónde puedo obtener más información sobre cómo hablar de sexo y sexualidad con mis hijos?

Si desea obtener más ayuda para hablar sobre sexo y sexualidad con su hijo, intente hablar con su pareja, algún miembro de la familia, un amigo, un consejero religioso de confianza o un asesor. También es posible que encuentre una lista de recursos para padres que le resultará de mucha utilidad.

Los educadores de Planned Parenthood pueden ayudarlo a encontrar estos recursos en su comunidad.
 La educación sexual en la escuela
Las escuelas cumplen una función importante en la enseñanza de la sexualidad a los niños, aun cuando los padres realicen un buen trabajo en este sentido.
Los programas precisos desde el punto de vista médico con sede en la escuela permiten que los niños:
  • Adquieran información sobre la sexualidad
  • Desarrollen y piensen sobre sus actitudes y valores con respecto a la sexualidad
  • Aprendan y practiquen habilidades, por ejemplo, cómo hablar acerca de la sexualidad con sus iguales
  • Obtengan respuestas a las preguntas que no se atreven a hacer en el hogar
Los padres pueden cumplir una función muy importante al hablar a favor de una educación sexual eficaz en las escuelas de sus hijos.


Fuente: Internet