-¡Estoy harta de mi mamá!
Claro, ustedes dirán: que mal momento escogió esta niña para quejarse, pero es
que… les voy a contar:
En primer lugar, y no
estoy diciendo “primeramente” para que ella no me corrija, recuerdo claramente que
todo empezó cuando yo estaba en su barriga: -Será un hermoso varón, será un
hermoso varón - decía a cada rato, ¿se imaginan ustedes lo que yo sentía al ver
que mis órganos masculinos no crecían, mientras ella insistía en imaginarme
vestida de futbolista con suspensor y todo?, no, creo que no lo pueden
imaginar.
Cuando nací, me llenó de
besos, me sentía tan bien en sus brazos recibiendo sus caricias. Recuerdo con
alegría tantas horas juntas y yo, pegadita a su pecho. ¡Ah, qué tiempos aquellos!
Y yo pensaba que no me iba a querer por ser mujer, ¿no es contradictoria mi
mamá?
Luego de haber dado tanto
amor, me obliga a comer espinacas, zapallo y toda esa clase de menjunjes
horribles a mi fino paladar; y eso no es todo, porque fue ahí, en ese momento
cuando comienzan los verdaderos problemas:
¡Guarda tus juguetes,
lávate los dientes, no camines sin zapatos y toda una lista de órdenes
imposibles de obedecer! Pero luego de un terrible de un terrible día, ella me
lleva a la cama y me contaba un cuento lleno de ternura, ¿no es contradictoria
mi mamá?
Pero hoy, exactamente
hoy, ¡que roche!, llegando a esta actuación, delante de todas mis amigas, me
besó y me dijo:
-Muñeca, mi bebita, mi
chiquita, arréglate el pelito. A ver, besito a mamá y mua, mua, mua Beso por aquí
y beso por allá.
¡Señoras y señores,
¿tengo o no tengo razón?, ¿tengo o no tengo razón?!
Pero… cuando me acuerdo
de ella, siento una cosa tan linda aquí en mi corazón que no importa como sea,
lo importante es que la amo y le perdono toda contradicción.